El Número Tres, Unidad y Verdad.
- RLS:. Shalom
- 12 abr
- 5 Min. de lectura
Nada en la naturaleza ocurre por casualidad. Si observamos con atención, descubrimos que el universo está tejido con patrones, y entre ellos, pocos son tan fundamentales como el número tres. Su presencia no es anecdótica, sino estructural. Es la fuerza que sostiene, el puente que conecta y el principio que equilibra.
Pero, ¿qué significa realmente el tres? ¿Cómo puede ayudarnos a construir relaciones más auténticas y una vida más estable? Para comprender su poder, exploremos tres dimensiones esenciales: la material, la filosófica y la iniciática.
El Tres como Base de la Estabilidad.
En el mundo físico, el tres es sinónimo de equilibrio. Un banco de tres patas se mantiene firme incluso en un suelo irregular. Un triángulo es la forma más resistente en la arquitectura, capaz de sostener estructuras monumentales sin ceder. La naturaleza misma sigue esta lógica: las moléculas de agua forman ángulos de 120°, creando la base de la vida.
Este principio no es nuevo. Como explica Titus Burckhardt (2001), la geometría sagrada ha sido utilizada desde la antigüedad para representar el orden del cosmos. El triángulo equilátero, al ser la figura más estable y armónica, ha servido como símbolo del equilibrio divino y humano en numerosas tradiciones espirituales.
Si trasladamos este principio a nuestras relaciones, encontramos una verdad inquebrantable, en alguno de sus escritos llamados 4 estaciones nuestro MRGM:. Federico Diaz menciona textualmente:
“El equilibrio surge cuando hay armonía entre pensamiento, emoción y acción."
Pensar sin actuar nos condena a la inercia; sentir sin razonar nos vuelve presas de la impulsividad; actuar sin reflexión ni emoción nos convierte en máquinas vacías.
"La estabilidad en nuestra vida y en nuestras conexiones con los demás depende de la integración consciente de estas tres fuerzas.”
En la familia, este principio es crucial. Un hogar estable requiere disciplina, amor y conocimiento en proporciones equilibradas. La carencia de uno de estos elementos genera estructuras frágiles, que se reflejan en la inseguridad y el desorden social. Si queremos una sociedad fuerte, debemos empezar por reconstruir la familia desde estos fundamentos.
El Tres como Dinámica del Conocimiento.
No solo en lo físico el tres es clave, sino también en el desarrollo de las ideas. La filosofía nos lo enseña de múltiples maneras. Hegel nos muestra que todo concepto avanza en una secuencia de tres pasos: tesis, antítesis y síntesis (Fischer, 1996). Este proceso no es un mero juego lógico, sino el reflejo mismo del movimiento del pensamiento humano, que evoluciona a través del contraste y la integración.Platón, por su parte, dividió el alma en tres partes:
“La razón, el espíritu y el deseo. La razón busca la verdad, el espíritu es la fuerza de la voluntad y el deseo es la energía que nos impulsa (Fischer, 1996).”
Solo cuando estos tres elementos se encuentran en armonía, el individuo alcanza un estado de
plenitud. Sigmund Freud, en su teoría psicoanalítica, también identificó una estructura tripartita en la psique humana:
El ello, el yo y el superyó. El ello representa los impulsos primarios, el superyó las normas y valores aprendidos, y el yo la mediación entre ambos.
Este modelo confirma una vez más que el equilibrio real surge de la interacción de tres elementos fundamentales.
Carl Gustav Jung, por su parte, profundizó en la integración de los opuestos a través del proceso de individuación, donde la persona debe armonizar su consciente, su inconsciente y su arquetipo del sí-mismo. Esta triple estructura nos ayuda a comprender cómo la evolución personal surge de la reconciliación de nuestras sombras con nuestra identidad consciente.
Santiago Ramírez, en El mexicano: Psicología de sus motivaciones, analiza cómo la estructura psicológica del mexicano ha sido influenciada por su historia, dividiéndolo en tres facetas:
“La sumisión heredada de la conquista, la rebeldía ante la autoridad y la búsqueda de una identidad auténtica.”
Si queremos reconstruir el tejido social, es imperativo restaurar el equilibrio entre estos tres aspectos, fomentando el respeto, la autodisciplina y la fraternidad. Para la reconstrucción de la familia mexicana, es fundamental aplicar este principio en la educación. Enseñar a los niños a equilibrar su pensamiento, emociones y acciones desde pequeños fortalece su identidad y su capacidad de vivir en comunidad. La educación debe incluir no solo conocimientos, sino también valores y habilidades emocionales que les permitan interactuar de manera sana con su entorno.
El Tres como Puerta a la Trascendencia.
En la tradición iniciática, el tres no es solo una estructura lógica, sino un principio sagrado. La Masonería lo exalta en la Sabiduría, Fuerza y Belleza. La Cábala lo plasma en la tríada superior del Árbol de la Vida: Kéter, Jojmá y Biná. En la geometría sagrada, el triángulo representa la conexión entre lo humano y lo divino (Burckhardt, 2001).
Eliphas Lévi, en su estudio sobre el esoterismo, menciona que el ternario es la clave de toda síntesis filosófica y religiosa:
"La unidad es el principio, la dualidad es la manifestación y el ternario es la resolución" (Lévi, 2016).”
Es decir, el tres es el número que permite la integración de los opuestos en un todo armonioso.
Jiddu Krishnamurti nos insta a vivir sin fragmentación, a integrar lo que pensamos, sentimos y hacemos en una unidad coherente. "Solo en la integración total del ser se encuentra la verdadera libertad" (Krishnamurti, 2008). En nuestra vida, esto significa que el equilibrio real no se encuentra en la rigidez ni en la disolución, sino en la integración de lo material, lo mental y lo espiritual. La Masonería tiene un compromiso trascendental ante este reto. Nuestra Orden no es solo una escuela de pensamiento, sino un faro de acción para la sociedad. Es responsabilidad de cada Maestro Masón integrar estos principios en su vida, siendo un ejemplo de armonía, ética y transformación.
El Tres en Nuestra Vida: Aplicación y Reflexión
Eduquemos con equilibrio: mente, emoción y acción deben formar parte del desarrollo de nuestros hijos.
Practiquemos valores diarios: respeto, responsabilidad y gratitud fortalecen nuestras relaciones.
Hagamos del aprendizaje una constante: integrar opuestos nos lleva a la sabiduría.
El tres no es solo un número. Es la llave del equilibrio, la base de la verdad y el camino hacia relaciones más auténticas. La pregunta no es si el tres está presente en nuestra vida. La verdadera pregunta es: ¿estamos listos para vivir en equilibrio con él?
Bibliografía:
Burckhardt, T. (2001). Principios y métodos del arte sagrado. Ediciones Obelisco.
Fischer, E. (1996). La dialéctica de Hegel y su influencia. Fondo de Cultura Económica.
Freud, S. (1923). El yo y el ello. Biblioteca Nueva.
Jung, C. G. (1964). Recuerdos, sueños, pensamientos. Seix Barral.
Krishnamurti, J. (2008). La libertad primera y última. Edhasa.
Lévi, E. (2016). Dogma y ritual de la alta magia. Kier.
Ramírez, S. (1959). El mexicano: Psicología de sus motivaciones. Fondo de Cultura Económica.
Comments